domingo, 19 de abril de 2009

Epílogo


Si algo ha quedado claro de este viaje es que hay que repetirlo. No al mismo sitio pero si a Canadá o a Groenlandia. Es como cuando vas al Caribe. Sabes que te gusta la playa y ya estás pensando en volver. Creo que las regiones árticas tienen mucho potencial para el turismo. La gente ya se cansa de ver iglesias y museos y quiere algo diferente. Svalbard es muy diferente.
La mayor sorpresa del viaje fue el comportamiento de Jesús. A mi hermano y a Unai ya los conocía pero no sabía como iba a reaccionar él. Nunca se quejó por nada. Un tío con mucha resistencia. Recuerdo un día que íbamos con las motos en fila. A Jesús le había tocado ir el último. El problema era que si se te hundía la moto en la nieve y te parabas te quedabas atrás si nadie se daba cuenta. Cerca de la banquisa, en la zona de mas peligro de osos de repente nos dimos cuenta de que Jesús no estaba. Hubo que retroceder. El tío debió de estar un buen rato solo apeado de la moto en medio de los icebergs, supongo que mirando para todos lados. Cuando lo encontramos no dijo nada. Que huevos! Yo creo que en el fondo lo que quería era cazar un oso.